26/07/2024

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Desde Huatusco

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ROBERTO GARCÍA JUSTO.

LOS RETOS DE LA INCOMUNICACIÓN.

Los grandes sueños de la humanidad son el resultado de una ambición social que se oculta entre la realidad y la aspiración. Cuando estos llegan a manifestarse, dejan grabado en la mente de los pueblos distintos recuerdos, a veces son gratos otros suelen lastimar los sentimientos. La Revolución Mexicana expuso las manifestaciones de un pueblo reprimido, que se impulsó para sacudirse una enfermedad propiciada por la pobreza y la injusticia.

Huatusco es una comunidad que, por razones indefinibles, llama la atención por su agradable y tranquilo entorno provinciano. No obstante que se advierte una ausencia de oportunidades para las juventudes que lucha por destacar, el bienestar lo sentimos como la adopción de un carácter pacífico que se mescla con un grado de honradez de nobles intenciones. Hace ya muchos años las operaciones comerciales se apoyaban en la palabra, eso bastaba para cerrar un trato que igualaba a ricos y pobres.

Por estos motivos la sociedad en su totalidad recibió con júbilo el anuncio del Gobierno Federal del proyecto que comprendería la apertura de un camino carretero entre Huatusco y la estación del ferrocarril mexicano ubicada en el municipio de Camarón, el 6 de enero de 1921.  La urgencia de contar con esta vía se cifraba en la necesidad de sacar a los mercados nacional y extranjero, la abundante producción agrícola de café y piloncillo.

De 1928 hasta 1948 en que se inauguró la carretera Córdoba-Conejos, la única salida terrestre con vehículo automotor era Huatusco-Camarón, con sus limitaciones debido a que en época de lluvias era imposible transitar. Para llegar al sitio indicado, se tenía que pasar por las comunidades de Los Barreales, La Represa, Casa Blanca, Los Huizaches, La Tejería hasta Colonia Manuel González. De ahí El Refugio, Ejido Matlaluca, Paso Tío Tonche y Cuatro Caminos.

Gracias a la inversión de la iniciativa privada se haría esta obra de impacto económico en toda la región, y se debió también a que el gobierno Porfirista se comprometió para costear el puente sobre el río Jamapa, algo que estaba fuera del alcance de los vecinos que calcularon una estimación de diez mil pesos. “Dentro de pocos días enviaré la sección de ingenieros, para hace el estudio, el trazo y el presupuesto del camino que debe sacar de la inacción a uno de nuestros más fértiles Cantones”. Decía el comunicado.

El ciudadano Pablo Stenkiewiez firmó con su puño y letra, el contrato para iniciar la obra en donde el Gobierno del Estado de Veracruz le otorgaba “el arreglo de la cesión gratuita del derecho de vía por los propietarios donde pasaría la rúa. También le proporcionaría 400 hombres los lunes de cada semana para realizar los trabajos por la barranca, lo que esto dure y que pasará de un año o en su defecto a falta de ellos se obliga a dar en numerario a la empresa constructora el equivalente del jornal de los que fallen…”          

En nuestros días sigue funcionando ya pavimentada, nunca se interrumpió el tránsito, debido a que por ahí sacaban los cañeros su cosecha para transportarla en los vagones del tren, hacía los ingenios de Central Progreso y Potrero. Lo rescatable es que ya no se tiene que usar el servicio de yuntas para jalar los carros atascados en los tramos de Arroyo Zarco hasta Agua Escondida, que se convertía en peligroso lodazal en invierno.

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