Desde Huatusco
3 minutos de lecturaROBERTO GARCÍA JUSTO
EL PORDIOSERO: ¿ NACE O SE HACE ¿.
Esto que les voy a contar, dicen que pasó hace ya muchos años, por esa razón muy pocos lo recuerdan. La mayoría de los que eran niños ya fallecieron y con ellos se fue la memoria más bella que refleja la estampa de un pueblo luminoso y fecundo. En cada etapa señalada por la historia de nuestro País, surge el pensamiento vivo que nos impulsa hacia nuevos horizontes.
Sucedió un día domingo cuando tres damas se introdujeron en una de las tiendas más grandes de esta localidad. Su rostro denotaba que eran jóvenes de edad, las forasteras eran bonitas, llenas de vitalidad. Vestían con prendas largas de vistosos colores, colgaban en sus orejas dos argollas de regular tamaño y en el pecho collares brillantes, los dedos con anillos y el pelo semi cubierto con una pañoleta.
Son conocidas como húngaras que, como gitanas, con curiosidad revisaban los aparadores donde se exhibían cigarros, licores, ropa, bisutería y aperos de labranza. Naturalmente que, no compraron nada, se cercioraron de las personas que había en el local para preguntar con la mano extendida: -quiere que le digas su futuro ¿por una monedita le adivino lo que quiere saber. Hubo quienes sí, pero también los que no.
Esta es una forma muy natural de pedir dinero, pero hay otra que, desde hace muchos años existe en todos los pueblos. Se cuenta con que, las personas sin recursos económicos por padecer alguna enfermedad o haber sufrido un accidente que las haya imposibilitado para trabajar, se dediquen a pedir limosna para subsistir. Ajenos estamos de pensar que se trata de un negocio.
De una comunidad de la zona cafetalera, arribó a esta ciudad una anciana en busca de albergue. No faltó la mano piadosa que le prodigó lo que necesitaba, por lo que, se dedicó a recorrer las casas solicitando una caridad. A cambio de ello les relataba que en cada congregación había una explicación del misterio de los vientos, conocía el origen que explicaba su nacimiento y su ocaso. Su delicada voz causaba admiración entre los habitantes curiosos de escuchar esas versiones.
Decía que después del primer trueno se iluminaba el cielo por efectos del relámpago que cimbraba la tierra los montes y las aguas. Los genios protectores de los seres andantes, se trepaban sobre las nubes para que fluyera el líquido y se humedeciera la corteza terrestre, con el fin de que se diera una buena cosecha. Según ella, entre todos había unos con mucha experiencia, llenos de valor y los novatos que se conformaban con realizar simulacros para adquirir experiencia.
Para concluir con estas narraciones del folklor provinciano, suponemos que, en comparación con otros lugares, en Huatusco son pocos los indigentes dedicados a mendingar. A cambio, y como una herencia antigua, mujeres de las rancherías ofrecen en la ciudad productos del campo. Eso sí, abundan los llamados “teporochos” que se desparraman sobre la banqueta lamentándose por no contar con un buen trago. Nunca faltan las familias caritativas que, de manera anónima apoya a estos menesterosos.