08/10/2024

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Desde Huatusco

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ROBERTO GARCÍA JUSTO.


VÁMONOS PARA HUATUSCO.
Cecilio Robledo nos dice que la etimología de Huatusco significa lugar donde está o se venera al gran conejo. Y el doctor Peñafiel traduce, “grande lugar del conejo”. Otros dicen que es conejo seco o disecado. Cualquiera que sea la definición habrá que respetarlas, debido a que los investigadores tienen la virtud de consultar testimonios que le permita realizar una conclusión en términos sugerentes.

La realidad que deseamos presentar es una narración que preparamos y que tiene su punto de partida en la ruta que parte del municipio de Fortín de las Flores-Huatusco en el año de 1965. El primero de ellos, muy cerca del Pico de Orizaba, el segundo, un poco más retirado. Pero con la característica de que, los vientos frescos que se desprenden del Citlaltepec, oxigenan meticulosamente la zona llamada de las Altas Montañas.

La carretera rodeada de tupidos árboles, configura una silueta de belleza inolvidable, se introduce en las estribaciones de la escabrosa cordillera que es dividida por abruptas barrancas en donde los riachuelos serpentean y se pierden en la hondonada. La sombra de los chalahuites, asemejan quitasoles, el verdor de los cafetales contrastan con ondulados potreros ocupado por ganado, de pelaje fino como el radiante esplendor de una exuberante selva.

Un lento recorrido con la vista descubre el cerro de Chocamán; luego sigue la desviación a Tomatlán, donde se ve una ermita en honor a Cristo Rey, ahí sus escalinatas invitan al viajero a conocer el adoratorio poblado de ángeles. Más adelante está la épica ciudad de Coscomatepec, que puso su nombre en la Historia de México con el Sitio sufrido por los insurgentes de la independencia lidereados por don Nicolás Bravo. Además de ser la localidad en donde nació el gran jurista Fernando de la Cruz Corona, símbolo del liberalismo veracruzano.

En menos de cincuenta minutos, subiendo una loma, entramos a Huatusco. Lo primero que ofrece es la espaciosa Alameda Chicuellar, cuatro hectáreas, aproximadamente dedicadas a la vegetación. Como fue una donación de ciudadanos altruistas en el año de 1904, los habitantes la cuidan de cualquier intromisión ajena a los usos normales.

Una larga avenida que pasa por el Mercado don Benito Juárez, casi no se dice su nombre completo, solamente su apellido. Resalta por haberse construido en el año de 1880 y que durante mucho tiempo fue considerado el corazón de la ciudad. A tres cuadras el Parque Ignacio Zaragoza resalta por su piso de grandes baldosas defendidas por el pueblo para que no las toquen.

Está a disposición de los católicos el gran templo de San Antonio de Padua, obra del Cura Enrique Trejo y Domínguez. En su interior se alza imponente la figura del santo patrono de nueve metros de altura, con sus vitrales y piso de mármol. Termina esta rúa en el templo del Tepeyac, único en su estilo, unos dicen que fue construido sobre lo que era una pirámide otros difieren y aseguran que es un cerrito.

Apenas terminó la primera quincena de marzo y, existe temor a los efectos del virus del covid-19, por lo que, ha disminuido la actividad entre la burocracia que cerraron oficinas y escuelas. Lo demás son actividades prioritarias donde existe la necesidad de vender y comprar productos para el consumo. Somos todavía una sociedad semi rural, por lo tanto, se entiende el porque del movimiento. Lo que motiva inestabilidad emocional son las tres ejecuciones que se han realizado dentro de la localidad. Nadie acierta para dar una explicación congruente.

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