Desde Huatusco
3 minutos de lecturaROBERTO GARCÍA JUSTO.
¡ CUBA SI. YANKI NO. ¡
Esta fue una de las composiciones que el autor cubano Carlos Manuel Puebla Concha, interpuso como un muro de contención ante las amenazas del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica en contra de la Revolución cubana en el año de 1960. Como un himno mundial, estudiantes, trabajadores de la educación, barrios y colonias populares se sumaron para que resonara allá en los rincones del País más poderoso del planeta tierra.
En mi escuela preparatoria no faltaron los grupos de activistas para apoyar a la isla caribeña, la moda era el pelo y la barba larga. Y en las horas de descanso había la oportunidad de que algún compañero haciéndose acompañar de una guitarra entonara la canción de moda: “Oye tú que dices que mi patria no es tan linda/ oye tu que dices que lo nuestro no es tan bello/ yo te invito a que busques por el mundo otro cielo/ tan azul como mi cielo/ una luna tan brillante como aquella que se pierde en la dulzura de la caña/ un Fidel que vibra en las montañas/ un rubí cinco franjas y una estrella/ Cuba que linda es Cuba/ quién la defiende la quiere más…”
México ya había vivido una invasión norteamericana en el año de 1846. Los antecedentes de esta agresión, tiene su origen a partir del 29 de diciembre de 1845, debido a que se anexó la República de Texas, que de inmediato convirtió en su Estado número 28. Las autoridades mexicanas, no obstante, su raquítico potencial militar y sus pugnas internas entre liberales y conservadores, se negaron a negociar, por lo que el congreso de la Nación vecina declaró la guerra el 13 de mayo de 1846.
El Puerto de Veracruz se convirtió en el objetivo fundamental para que las tropas enemigas desembarcaran y tomara la ruta hacia la ciudad de México. 3360 defensores se atrincheraron con 89 cañones bajo el mando del general de brigada Juan Esteban Morales, respondían al fuego intenso de un ejército superior integrado por 8600 infantes apoyados por una artillería de mayor alcance, operada desde los navíos.
La guardia nacional acantonada en esta localidad, fue alertada y su vez solicitaron los auxiliaran para contener el ataque de que eran objeto. Los capitanes don Anastacio Pesado y don Rafael González Muñoz salieron con la intención de incorporase a las fuerzas mexicanas sitiadas. Sin embargo, fueron rechazados al llegar a Soledad de Doblado, lo intentaron por Puente Nacional y obtuvieron el mismo resultado.
Al ver que ya no tenía caso seguir oponiéndose por falta de municiones y alimento para la población en general. Se organizó un grupo de respetables ciudadanos que se hicieron acompañar por el cónsul de Rusia, para negociar una tregua que permitiera la salida de mujeres, niños y ancianos. De esa forma sería entregado el Puerto de Veracruz.
El comandante Winfield Scott rechazó tajante la propuesta: ¡nadie sale, hasta que se rinda la plaza ¡. De esa manera se abrió la puerta para una incursión que duró dos años y que costó a México la pérdida de muchos militares y civiles y el 55 por ciento de su territorio. De mucha riqueza agrícola, minera, petrolera. Y una razón fundamental los EEUU obtuvieron una situación logística estratégica sin precedentes.