Desde Huatusco
2 minutos de lecturaROBERTO GARCÍA JUSTO.
POESÍA DECEMBRINA.
La poesía es la respuesta exacta de la belleza estética a través de la palabra, es una forma perfecta de expresar los sentimientos que sacuden el alma. Permitiéndonos que la pluma se desplace suavemente para que el pensamiento se convierta en oración. Y que al leerla se transmita en su esencia, a quien pose sus ojos sobre ella. Dejando una huella que no se borrará porque queda impresa con letras grabadas con cincel, que transforma la historia en dulces recuerdos. Para alimentar el alma de promesas y angustias, dejando en el corazón un poema enriquecido por el amor.
Cada vez que hablamos de poesía, la mente se traslada hacía la figura de una mujer. Aquella que dejo para este pueblo, una joya poética a la que llamó: “Del Solar Huatusqueño”, como un recuerdo o como un reconocimiento, dejamos que la inteligencia de la profesora Enriqueta Sehara de Rueda, nos guie por la ruta exacta:
LAS POSADAS DE ANTAÑO.
Se oían dulces villancicos,
Risa en la chiquillería
Y en los ruidosos panderos
¡alegría … alegría ¡
El ángel, José y la virgen
En andas engalanada,
Se acercaban a una casa
Pidiendo humilde posada.
Se templaban las guitarras
Y se prendían los faroles
Que vistosos adornaban
Los patios y corredores.
Llegaban los invitados
A cantar la letanía
Y con velas de colores
La procesión emprendía.
En nombre del cielo claman
Un lugar los peregrinos,
Porque llegaban cansados
De recorrer los caminos.
Y llamaban a una puerta
Que permanecía cerrada,
Los moradores no abrían
Les negaban la posada.
Los tres pobres caminantes
Que de Nazaret venían,
Tristemente resignados
el desaire recibían.
Más la jornada era dura
Y la noche estaba fría,
Por eso insistían llamando
El ángel, José y María.
Pero al fin de tanto ruego
Ya sin temor y sin celo
Al asilo aquel entraba
La augusta Reina del cielo.
Se instalaba a los viajeros
Se hacían algunos rituales
Ante un altar que ostentaba
Candeleros cual ciriales.
Después seguía la piñata
Y aquellos juegos de estrado
Que fueron esparcimiento
De nuestros tiempos pasados.
Había alcatraces, cajitas
Con cacahuates, piñones,
Tejocotes, avellanas
Y nueces y canelones.
Juguetes de porcelana,
Canastitas de cartón
Que también estaban llenas
De exquisita colación.
Escuchaban canciones
Se decían adivinanzas
Y entre una y otra mirada
Se forjaban esperanzas.
Con gusto se congregaban
Las nueve noches del mes
En tertulia muy casera
Que terminaba a las diez.
Así fueron las posadas
Que hoy parecerán un cuento
Como quisiera vivirlas,
Vivirlas solo un momento.