Desde Huatusco
3 minutos de lecturaROBERTO GARCÍA JUSTO
LA REYNA DE LOS CAFETICULTORES
Una semilla traída de Oriente vino a transformar la vida económica, política y social de los pueblos de muchos Países del mundo. Las hojas de la mata son de un verde intenso, la exquisita flor se viste de un blanco nacarado y el rojo de la cereza, se transforma en un grano café que tostado y molido se disfruta en los hogares humildes, así como en las mansiones y restaurantes en donde los acaudalados hacen de esta bebida el aliado perfecto.
La huella que deja el auge en el campo, se refleja en la ciudad con sus avenidas y calles, sus casonas bien diseñadas al estrilo europeo, para albergar a los potentados que se benefician de las bondades que proporciona la naturaleza. En esa posición, las mujeres y los hombres adoptan un estilo especial en su sistema de vida. Seleccionan los mejores artículos elaborados en lugares lejanos para no estancarse ni distanciarse del desarrollo tecnológico que ofrece comodidad y distracción.
Por esas causas veinticinco pianos armonizaban el ambiente de las familias distinguidas de la localidad, que disfrutaban con las notas aprendidas con mucho tesón y sacrificio. El florecimiento de almacenes que vendían mercancía importada de calidad, encabezaban la última moda enviada de metrópolis como Italia, Francia, España, Inglaterra y Alemania. La pieza construida para cerrar el círculo social de Huatusco, es el teatro Solleiro, un edificio que permanece como testigo mudo del vendaval cafetalero.
En el año de 1938, el motor de la industria del café dividía a la población entre ricos y pobres. Los poderosos se habían acostumbrado a decidir sobre los festejos celebrados durante el año. Por ese motivo, creían que sería fácil nombrar a la señorita Ofelia Molina Vargas como reina del carnaval que se verificaría por esas fechas. No tomaron en cuenta que también las dirigentes del gremio de desmanchadoras, que en su conjunto sumaban aproximadamente mil, también tenían a su candidata.
Esta agrupación de mujeres dedicada a seleccionar a mano, uno a uno los granos para que no lleven manchas o imperfecciones que pusieran en entredicho su calidad. Se formó por la iniciativa de otras trabajadoras de Córdoba que vinieron para asesorarlas y así, asegurar la fuente de empleo en la empresa. El reglamento que las amparaba no hacía referencia a la salud y otras prestaciones de ley. Quedaron satisfechas al saber que no iban a ser despedidas
La disputa por los votos se extendió por los alrededores de esta cabecera municipal, los herederos que ostentaban la riqueza local, se empeñaban en ganar el concurso, sin embargo, la mayoría de los participantes eligieron a la jovencita Paulina Pulido, proveniente de un hogar modesto donde todos sus miembros prestaban sus servicios en los Beneficios para industrializar la rubiácea, que eran los que más cantidad de mano de obra contrataban.
El Presidente Municipal en ese año, Manuel Rosero, no demostró imparcialidad ni respeto con los que obtuvieron mayoría. Les negó las instalaciones para que la coronación se realizara en el Teatro Solleiro como se venía haciendo desde hacía tiempo. Por lo que, el acto se llevó a cabo en los portales del palacio de gobierno, frente al Parque Zaragoza. En ese sitio se instaló el trono donde Paulina I, la princesa Ofelia y la corte de honor, recibirían la respectiva condecoración. El baile fue exitoso por una numerosa asistencia de la gente del pueblo, pero sin la participación de los adinerados que se sintieron ofendidos en esta ocasión.