¿Mi experiencia más enriquecedora en 35 años de docente?: 4 letras, Gael: Andrés Mirón
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¿Mi experiencia más enriquecedora en los 35 años en los que fui Docente?: 4 letras, Gael: Siendo Director de la Preparatoria llegó su mamá a solicitar inscripción para Gael. De entrada, me dijo: “Es autista”, pero también dijo que trabajaban mucho con él en casa, que asistía a cuanta terapia y taller le ofrecían, que había salido razonablemente bien de la Secundaria, que le habían ayudado en la Escuela y en forma personal varios maestros. Luego supe que había sufrido bullying, esa plaga que persigue con crueldad a quienes pertenecen a las minorías.
Me compartió sus temores: la Preparatoria es más exigente, el pensamiento es más profundo, se requieren mayores habilidades de análisis y síntesis. Pero querían intentarlo en nuestra Escuela. Luego de los trámites, quedó inscrito. Llamé a tres docentes de primer semestre y a la Psicóloga de la Escuela. Les plantee el caso sin rodeos. Para mi sorpresa, en esa reunión aprendí varias cosas: que ya no se usa el término “autista”, ahora se dice “persona del espectro autista” o “Asperger”, que no hay dos casos iguales y que en muchas ocasiones se alcanzan éxitos notables, con el apoyo de la familia. Pedí su apoyo, y obtuve su compromiso de estar atentos al caso.
Paso el tiempo. De cuando en cuando, leía sus calificaciones: 8, 9 y 10, que, para nuestro entorno, resultaban notables. Cuadro de Honor. Cuando comenzó el último semestre impartí a los alumnos un Taller para preparar los difíciles exámenes de admisión que exigen las Universidades Públicas. Gael fue el primero en inscribirse, asistió a todas las sesiones, siempre fue el primero en llegar, media hora antes de la entrada. Al terminar, a diferencia de sus compañeros, recogía la basura de su mesa y ordenaba cuidadosamente las sillas.
El salón tenía un dispensador de agua. Un día, Gael fue a llenar su vaso, como quedaba poca agua le dije de broma: “ya te acabaste el agua”. Bruscamente cerró la llave, me miró con dureza y se retiró. Al momento recordé que algunas personas no pueden procesar una broma.
En otra clase apareció un ejercicio de Pensamiento Analítico, donde había que encontrar la secuencia de varias figuras. Pese a mi experiencia no encontré la solución y así lo dije con sinceridad. Gael levantó la mano y dijo: “observe en las figuras de los extremos este detalle, y cómo va desapareciendo hacia el centro…” Asombrado, le dije, “¡Gael, resolviste un problema que no he podido resolver en varios cursos!” Ahora sí vi una gran alegría en su mirada.
Hace unos días su mamá me envió un mensaje: “Gael fue aceptado en la Universidad, pero no solo eso: obtuvo el mayor puntaje de los aspirantes de su carrera. Gracias, Profesor”. Me quedé pensando. Respondí: “¡No!, Gracias a Gael y gracias a Ustedes, su familia. Gracias por apoyarlo y hacer de él una persona de éxito. ¡Cuánta diferencia puede significar el apoyo de la familia en nuestros alumnos!.
Prof. Andrés Mirón Herrera
