16/04/2024

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COLUMNA/Desde Huatusco – El Millonario

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ROBERTO GARCÍA JUSTO

EL MILLONARIO

¡¡¡ Vendo hilos…telas y listones.¡¡¡ pregonaba con voz timbrada el “millonario” por las calles de la Ciudad de Huatusco, comunidades y rancherías. Un apodo del que nunca logró deshacerse en toda su vida. Fue un sello que se ganó en buena lid, sus ocurrencias estaban dotadas de una fantasía donde hacía gala de la riqueza, y abundancia material que poseía.

Para él no existía la pobreza ni la miseria, todo lo enfocaba dentro de horizontes imaginarios solo vistos en revistas de otros países o historias contadas por los extranjeros que visitaban Huatusco. Esto lo emocionaba porque lograba llamar la atención de los marchantes que ya conocía su agradable modo de ser.

De familia humilde, con escasa preparación escolar. Iba por las calles gritando lo que traía en un cajón de madera, que cargaba en su mano derecha, ayudado por unas cuerdas bien torcidas. El hombro lo usaba como escaparate, para colgar tiras de encaje, bolillo, listones y pedazos de tela fina para adornar las prendas femeninas. No faltaban en su paquete las agujas, el hilo, los botones, los pasadores, los peines y otras chácharas para lo que pudiera ofrecerse. Inconfundible por la especial forma de anunciarse y admirable por sus narraciones.

Nadie como él, de baja estatura, es decir chaparrón, de piel morena de donde sobresalían dos ojos negros que demostraban vivacidad. Siempre vestía pantalones de dril los que por lo regular sujetaba con unos tirantes elásticos. Su camisa de popelina arremangada con una liga. El sombrero era parte de su personalidad, en el guardaba los boletos usados en viajes a otras ciudades. Eran su amuleto y con ellos presumía de haber recorrido el mundo. Su nombre, pocos lo supieron y hasta la fecha se le recuerda como el “Millonario”.

En 1943 fue emboscado y acribillado a la altura del rancho Pajaritos, rumbo a Ohuapan, municipio de Tlaltetela el botín que obtuvieron los facinerosos fueron algunos calendarios de Galván y un montón de billetes de lotería ya caducos. Pensaron los ladrones que las imaginarias riquezas que decía poseer las iban a obtener sin mayores problemas. Pero no fue así, se dieron cuenta que nuestro personaje iba lleno de ilusiones como parte de la mercancía. Y eso era lo que vendía y lo que la gente compraba.

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