Desde Huatusco
3 minutos de lecturaROBERTO GARCÍA JUSTO.
“CORRECTO MI CIUDADANO”
Pandemia, violencia y criminalidad son la combinación perfecta de calamidades que amenazan el desarrollo económico, de progreso y seguridad social en la región de las altas montañas. En esta histórica zona que por etapas demuestra su potencial comercial, exportador de café, caña de azúcar, piloncillo y otros alimentos perecederos; es probable que sufra un impacto negativo por las actividades que se materializan en un contexto fuera de la ley con el objetivo de causar daño moral y material.
Es innegable que en periodos pasados también se ha padecido un sinnúmero de amenazas a la sociedad civil, asalto, robo, secuestros y ejecuciones. Esto ha perjudicado a la mayoría de los ciudadanos que, psicológicamente temen para desempeñar sus actividades libremente y así obtener recursos necesarios que solvente las necesidades de la familia. El riesgo es real y en lugar que disminuya, se acrecienta como una bola de nieve.
Desde el año de 1887 se legalizó el primer Ayuntamiento denominado de la “fusión”. En donde el Círculo de abajo y el partido de arriba se pusieron de acuerdo para construir las bases y establecer normas fundamentales de moralidad en la administración pública. Se dio importancia al Reglamento de Policía, y del ramo de agua, código sanitario, estatutos y reglamento de la sociedad de socorros y de tráfico.
De acuerdo a la información recabada durante todo el tiempo hasta fechas recientes, nunca se había atentado físicamente contra un funcionario de la comuna huatusqueña. Y como podemos imaginar, la figura del inspector de policía municipal es el espejo invisible del alcalde que lo contrata para apoyarse en el área de protección a la ciudadanía. Por lo que, sus acciones son ordenadas por el jefe inmediato superior al que debe obediencia, lealtad y respeto.
Con ese concepto desfilaron por la Inspección policiaca, personajes como don Patricio Moreno, al que temían por la severidad para hacer cumplir el Bando de Policía y Buen Gobierno, aprobado en Cabildo y ratificado por el Congreso Local. Sobra decir que para que se garantice una ley es necesario que el ejecutor actúe en consecuencia, es decir acatando lo que a su fracción corresponde.
También recordamos al comandante Arnulfo Quezada que, por los años de 1950, arrestó a uno de los dirigentes campesinos más poderosos de la región, ya que tenía muchos seguidores. Sostenes Blanco un poco subido de copas, escandalizaba en una de las cantinas locales. Cuantas veces se le dio la gana, sacó el revólver y disparó al techo del local, repitiendo amenazadoramente: “a mí me hacen los mandados”. Fue desarmado y conducido a la cárcel en donde lo mantuvieron por más de un día, por oponerse a pagar la multa, una vez que la liquidó lo pusieron en libertad.
En la lista seleccionamos a Martín Páez Maceda, nombrado comandante por el Presidente Municipal, doctor Luis Vega y Gómez. Al tomar posesión del cargo se le hizo del conocimiento de mantener el orden en el municipio, arrestando a los infractores sin hacer distinciones por el rango social o político. Era identificado por su famosa frase que repetía delante de los parroquianos: “Correcto mi ciudadano”