Desde Huatusco
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ROBERTO GARCÍA JUSTO.
BREVES APUNTES PARA LA HISTORIA.
El Cura de esta Ciudad en el año de 1826, era don José Francisco Campomanes, a quién el Supremo Gobierno de la Federación le ordenó recopilar las narraciones de la Revolución que se desarrollaron en su diócesis; para integrarlas a un libro que tituló: “Historia de la Revolución para la Independencia Mexicana en San Antonio Huatusco”. Dándose a la tarea de recabar testimonios existentes en los archivos gubernamentales y otros datos expresados por los sobrevivientes de la mencionada guerra.
Con mucha razón, existía incertidumbre en los círculos intelectuales de que nuestra ciudad no tenía ningún hecho glorioso digno de describir. Que su rápido progreso se debía a que los ciudadanos eran partidarios para conservar la paz y por consiguiente entregados al trabajo remunerativo. Sé desconocía que se dieron sacrificios y actos heroicos dignos de ser reconocidos por los historiadores para ser inscritos en el libro donde permanecen para la posteridad.
Nos equivocamos más de una vez, solo basta leer unas cuantas páginas redactadas por una mano tan maravillosa y venerable, que nos hace reflexionar sobre el valor y el patriotismo por el suelo natal, ya que los pueblos que se entregan con el afán de trascender en la más justa de las luchas por la libertad. Es digno de disfrutar de un porvenir glorioso, por eso decimos: gracias a Dios que tenemos hombres con talento y celosos de cuidar y engrandecer nuestro entorno.
“…Somos el pueblo más antiguo y fundador de la Villa de Córdoba en el Estado de Veracruz; el más hermoso por su situación topográfica, sano y templado de cuantos tiene el Estado; es el centro de las tres Villas; sus terrenos muy fértiles y productores de toda clase de semillas y frutas; su población siempre ha sido de novecientas a mil familias, la mitad de la gente de color y la otra de naturales. Su principal industria ha sido el tabaco y cría de ganado. En el año de 1812 se contaba con doce mil cabezas de ganado mayor, fuera del mular y caballar.
En ese mismo año se contabilizaban catorce casas fuertes de comercio, treinta formadas de cal y canto, e innumerables de madera cubiertas de tejas. Todos los vecinos se hallaban bien colocados y el más pobre tenía su casa y solar. Se hallaba de cura propio don José María Fernández del Campo, de su teniente don Francisco Álvarez, de particular, Don José Antonio Iglesias, como enfermó el cura de Totutla, don Miguel Muñoz, quien en los recesos de Fernández sirvió de coadjutor.
Estos eclesiásticos sufrieron con indecible fortaleza los enormes males de una guerra tan sangrienta, sin dejar jamás su sagrado ministerio, principalmente Álvarez y Muñoz. Este era el hermoso cuadro que presentaba Huatusco antes de comenzar la guerra de independencia en sus dos épocas”. Es un poco de lo que redacta el Capellán Campomanes en su obra que ha pasado desapercibida para las actuales generaciones.
Este pequeño volumen brotó de una inspiración que demuestra la presencia de hombres con talento, nos arranca del olvido funesto al que estábamos sometidos por falta de un conocimiento real de nuestro pasado. Y porque no decirlo sin obstáculos ni vergüenzas, hemos colocado en el altar de la patria lo mejor de nuestros recuerdos, y por eso exclamamos junto con el Cura Francisco: ¡Oh incomparable Huatusco ¡ Quizás la Patria premiará algún día tus inefables merecimientos.
