Desde Huatusco
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ROBERTO GARCÍA JUSTO.
COSTUMBRES Y TRADICIONES.
De la misma manera en que otros pueblos del continente, que luchan por mantener sus valores culturales, heredados por anteriores generaciones. En el interior de nuestra sociedad se muestra el deseo de continuar manteniendo los modelos creados con la finalidad de compartir una sana convivencia. Esto ha permitido una evolución a través del tiempo, que refleja la influencia de otras naciones que han intervenido en proceso de desarrollo durante varios siglos.
Sin embargo, es justo reconocer que conservamos algunos vestigios de los antiguos pobladores de nuestro territorio. Lo que ha permitido almacenar algunos rasgos que nos hacen diferentes a los demás; manifestaciones que cada sociedad considera valiosa y las difunde para ser seguidas por las nuevas generaciones como parte indispensable de un legado histórico. Por lo tanto, es una herencia que forma parte de nuestra identidad, que implican ciertos valores a través del tiempo.
Con la conquista de México, fue notable el cambio en el sistema alimentario. Hubo una combinación que hasta nuestros días permanecen intocables como premio a la persistencia de los naturales para someterse del todo a los mandatos de los españoles. Ellos trajeron el pan y nosotros les ofrecimos tortillas, estaban seguros que lo aceptaríamos sin protestas. Luego hubo otros platillos como la torta que la comparamos con los tacos y los tamales. Así como una variedad de alimentos propios de la gastronomía autóctona.
En nuestra Ciudad es una costumbre instalar el tianguis los jueves y domingos, suspendidos por la pandemia que nos afecta. No hay un punto de referencia que indique la fecha exacta aproximada de su fundación, pero se sabe que esto es algo que ya se realizaba en la mayoría de las grandes comunidades. Hay narraciones que dicen que los “pochtecas hacían largas travesías para obtener los productos que vendían en los grandes tianguis en días específicos.
Sorprendido por el funcionamiento de los mercados en todo el territorio, don Hernán Cortés escribió a su Majestad los Reyes de España, una carta fechada el dieciséis de julio de mil quinientos diecinueve en donde le informa lo siguiente: “Tiene esta ciudad muchas plazas donde hay continuos mercados y trato de comprar y vender, tiene otra plaza tan grande como dos veces la ciudad de Salamanca, toda cerrada de portales alrededor donde hay cotidianamente arriba de sesenta mil animas, comprando y vendiendo.
Hay de todos los géneros de mercaderías, que en todas las tierras se hallan… Hay en dicha plaza otras personas que andan continuo entre la gente mirando lo que se vende y las medidas con que miden lo que venden y se ha visto quebrar alguna que estaba falsa”. Por todo lo escrito, el Señorío de Cuahtochco también se ubicaba en el centro de operaciones comerciales por poseer atributos y cualidades que la distinguen y la convierten en un punto de referencia.
En la actualidad el mercado “Juárez” lo mismo que el tianguis de la calle cuatro que se instala los domingos, concentra mucha gente de la localidad y las congregaciones que vienen para surtir la despensa. No existen problemas de transporte porque la comunicación es fluida, tampoco se sufre por el alimento. En las fondas se puede disfrutar de los sabrosos platillos de tlatonile, mole con carne de pollo, enchiladas o el rico mondongo dominguero. Es cierto, se ha convertido en un espacio insuficiente, lo más raro es que nadie quiere abandonar la plaza. La resistencia es noble, aunque las medidas sanitarias limitan su funcionamiento normal.