Desde Huatusco
3 minutos de lecturaROBERTO GARCÍA JUSTO.
LOS REFUGIADOS ESPAÑOLES.
Un día 6 de junio de 1939, esta cabecera municipal se convulsionó por la presencia de contingentes de la región cafetalera, que habían sido convocados para realizar una protesta masiva en contra del Gobierno Federal encabezado por el General Lázaro Cárdenas, por haber dado asilo a Republicanos españoles. Mujeres, hombres y niños se aglutinaron en la explanada del Parque Zaragoza y las avenidas aledañas, bloqueando las calles siete y nueve. Nunca en la historia del Municipio se habían congregado ese número que rebasaba los mil.
Con banderas de México y pancartas en donde expresaban su descontento por la aceptación en nuestro país de una cantidad importante de ciudadanos expulsados por el General Francisco Franco y que se habían acogido a la generosidad del Gobierno Federal. Se mantuvieron con la firme decisión de recibir una respuesta favorable a su petición de repatriación a quienes solicitaron asilo político. No obstante, de la obsesiva presión, privó la determinación cardenista de darle respaldo a este grupo de la intelectualidad hispana para salvar sus vidas del peligro de la dictadura franquista.
Los principales organizadores de esta manifestación pacífica que se dio en todo el País, fue la Unión Nacional Sinarquistas en complicidad con grupos católicos conservadores. Debido a que, su ideología marcha en sentido opuesto al Estado Laico, a la secularización de la sociedad y a las reformas que atentan contra el orden tradicional. Consideran como sus enemigos a los que apoyan posturas contrarias a sus ideales de moralización moderna. Por lo que el liberalismo, el laicismo, el comunismo, el socialismo representan una amenaza para su concepción de sociedad racional.
La formación de la República española significaba un atentado contra sus principios elementales, ya que, la Nación católica por excelencia, se había consolidado desde el siglo XV, época donde reinaba Isabel y Fernando, que representaban la espada de la religión, y se enfrentaban contra los infieles y herejes que intentaban destruirla. Su afinidad y simpatía por el franquismo los identificó con el objetivo de desprestigiar, perseguir y desaparecer físicamente a los integrantes de esta nueva revolución.
La Maestra Angelina Sedas comparte su experiencia al convivir con seis de estos personajes que se hospedaron en Córdoba: “unidos entrañablemente por la tragedia, por su ideología y soñando con un futuro prometedor, llegaron los primeros días de febrero, se instalaron y rápidamente comenzaron sus trámites para cumplir con sus tareas. Se notaba su experiencia en la docencia y excelente nivel para llevar a feliz término su incorporación con el fin de preparar a las nuevas generaciones de mexicanos.
Benito, hombre de elevada estatura, piel morena, pelo lacio y corto, peinado de raya en medio y vestido con un traje café y corbata, muy serio. El señor Padilla, más bajo, mucho pelo negro echado hacia atrás, blanco, cejijunto, barba poblada, sonriente, pulcro ya rasurado usaba traje azul marino, platicador. Luisita y Don Antonio procedían de Cataluña, hermanos rubios de ojos claros, mejilla sonrojada por el calor. Ella bondadosa, dulce, tierna y sencilla, sin maquillaje, usaba una plataforma para igualar sus extremidades inferiores.
El señor Barges, cara ovalada, alto, blanco de pelo corto y bien peinado de raya, vestía informal, saco deportivo que combinaba con pantalón café obscuro o claro. Era natural de Galicia. La señora Amanda, una dama clásica madrileña, figura elegante, un hermoso perfil de madona, ojos grandes y negros.” En resumen, cuando las personas son veraces, inteligentes y auténticos. Siempre serán como los robles, erguidos y orgullosos de su descendencia y de sus principios. Así eran estos misioneros del destino que los trajo a nuestro país.