Desde Huatusco
3 minutos de lecturaROBERTO GARCÍA JUSTO.
LA FAMILIA Y EL TRABAJO.
Las comunidades más antiguas de nuestra región, se han constituido con un número de personas unidas por parentesco o afinidad y que conocemos comúnmente como familia. Generalmente está compuesta por padre e hijos, sin descartar de la existencia de otras personas que se hayan incorporado y que no tengan lazos sanguíneos. Normalmente la casa es el centro donde se reúnen para dormir, asearse, comer y realizar tareas que incluyen la lectura, oír música, ver televisión o para intercambiar opiniones con los integrantes.
En lo que hoy es la periferia de la Ciudad, tenían su hogar una familia que nos da un ejemplo de lo que significaba el trabajo fecundo y estimulante. Don Lucas Olivares y su esposa doña Marcelina se puede decir pertenecían a la clase media de la sociedad. Y es que en esa época solo existían los acaudalados y los que solo tenían para pasar el día. Las diferencias eran marcadas por las posibilidades económicas que se acumulaba por el comercio y la venta de café.
Los hijos Bruno y Miguel completaban el reducido número de integrantes que, a pesar de ser jóvenes, siempre estaban dispuestos a cumplir con las actividades que les eran encomendadas. Orientados por el reloj que la naturaleza nos proporciona, a las cinco de la mañana ya estaban listos para salir a trabajar. Atrás del cerro del Acatepec, estaba su terreno donde sembraban todo tipo de productos del campo y que son propicios para el tipo de tierra que aquí predomina.
Para apoyarse en sus tareas cotidianas, tenían un par de yuntas, compuesta de cuatro enormes bueyes castrados. Además de caballos y burros para transportar parte de la cosecha. Cuando había poca activad en la parcela, preparaban los aperos para las bestias, con curiosidad remendaban las partes recuperables y las utilizaban para otro. Luego con una piedra de esmeril, afilaban morunas, azadones, hachas y cuchillos. Reunían costales y piolas para acarrear lo que habían producido.
En el patio, que era grande, colocaron unos cajones para que las abejas hicieran su panal y cada año les producía miel. Por el mes de octubre Don Lucas juntaba la cera y con ella elaboraba velas para el mercado. Él y su esposa colgaban un aro de la viga al que colocaban clavos a su alrededor. Para atar los pabilos y colocaban debajo el recipiente de cera caliente, para darle baños al mismo tiempo que le daba vuelta al aro, hasta que se viera terminada.
Ante todo, el entramado existente, nos percatamos de quienes fueron los verdaderos constructores de la sociedad de la que quedan los descendientes y para mayor detalle, algunas viejas casonas y olvidados edificios que nos proporcionan algunas ideas de lo que fueron las figuras que brillaron en la época de esplendor. Es bien cierto que las obras de infraestructura son el ejemplo de lo que refleja la política del gobierno, no hay que menospreciar que también la iniciativa de particulares vino a reforzar el crecimiento que hasta estas fechas predomina en la cabecera municipal.