Desde Huatusco
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ROBERTO GARCÍA JUSTO.
EL JUEGO DE FUTBOL SUSPENDIDO.
En otros tiempos las mujeres y los hombres no tenían como hoy, muchas diversiones para entretenerse. No se imaginaron que de la redondez de la tierra se tomaría el modelo para crear lo que sería una manera sana de emplear sus ratos de ocio en la recreación. En los cinco continentes del mundo el sentido de la vista y el oído están atentos hacia donde rueda un balón, comparable con el tamaño de una cabeza humana.
La verdad es que la enemistad dura muy poco, se termina cuando la autoridad en el terreno de juego dice hasta aquí termina. Y todos acatan la orden, nadie sigue después de la decisión final, pero, ganadores y perdedores asumen su responsabilidad de reconocer que, se trata de una lucha de noventa minutos. En donde millones de habitantes de la tierra hacen de esta actividad esencial, su deporte favorito. No importando la distancia y la diferencia de horario.
La región de Huatusco también disfruta, en época normal, de las bondades que proporciona el enfrentamiento entre veintidós atletas obsesionados en el arte de patear el balón para depositarlos en una portería. No es perjudicial saber que somos parte de una sociedad que se mantiene comunicada por los lazos de la tecnología moderna. Son pocos los que escapan a ser testigos de un fenómeno que trasciende y hace verano en primavera.
Quién lo iba a decir, hace aproximadamente quinientos años, el conquistador del Imperio Azteca, don Hernán Cortés, en uno de sus frecuentes viajes a la Península Ibérica. Convenció a un grupo de jugadores de pelota prehispánica con sus respectivos asistentes para que dieran una demostración en el viejo mundo. La sorpresa fue grande para los Reyes españoles que con los súbditos de la corte asistieron para presenciar la exhibición.
Con profunda admiración contemplaron como siete contendientes por bando, se desplazaban con habilidad y maestría para golpear con la cadera a una pelota de gaucho, una substancia desconocida por los europeos. Los cuerpos semidesnudos, mostrando su musculoso cuerpo, tapado por un atuendo llamado maxtlatl, fabricado a mano con piel de animal silvestre. Hasta ese momento no habían visto algo tan especial quedando maravillados por la destreza de los contrincantes.
Los espectadores disfrutaron por vez primera los desplazamientos viriles y elegantes de los jugadores aztecas que, complementado con la velocidad y la fuerza del rebote del objeto esférico, causó la alegría generalizada. Los mexicas lo conocían cómo ulama, que quiere decir movimiento, lucha y unión de opuestos. En otras regiones lo denominaron Tlachtle o Pok-ta-pok. Se dice que en la antigüedad surgió como un ritual sagrado para realizar ceremonias religiosas.
Felipe Solís relata que también se utilizó para adivinar los destinos del sol y con ello garantizar la preservación del orden cósmico universal. Fue parte esencial de la cosmogonía en virtud de que la pelota simbolizaba el astro rey y los integrantes de los equipos, seres estelares que se enfrentaban entre sí. Según investigadores de esta rama de la antropología, los iniciadores fueron los olmecas en el año 1500 a.C. ya que han encontrado vestigios de canchas sagradas en el Estado de Chiapas. Esta fue quizá una de las aportaciones más interesantes del nuevo al viejo mundo.
Por el momento estamos a la espera de que esta actividad tome su curso, los campos añoran los gritos seguidos de tropezones y caídas de los deportistas. Hay esperanzas de que pronto se reanuden los encuentros de fin de semana, por lo tanto, el balón espera su turno para entrar en acción.
