COLUMNA/ Desde Huatusco – Rebelión de Negros
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ROBERTO GARCÍA JUSTO
REBELIÓN DE NEGROS
En el año 1600, después de la llegada de los españoles, en el Cantón de Huatusco había una población con gente de raza negra. Todos traídos del Continente Africano para ser empleados en las extenuantes labores del campo, principalmente en los plantíos de caña que abarcaba los ingenios donde la procesaban para obtener azúcar o piloncillo.
Los hacendados los trataban con excesiva crueldad, encomendándoles las labores más duras, proporcionándoles raquíticas raciones para alimentarse; por esa razón, siempre estaban esperando la oportunidad para desertar y huir hacia las montañas donde instalaron su campamento.
Agrupados y al margen de cualquier autoridad colonial, armados de instrumentos rudimentarios hechos por ellos, bajaban de su escondite para asaltar a los arrieros que cruzaban por los caminos de Veracruz hacia México, así como a las ricas hacienda que les daban todo tipo de productos para subsistir. Un anciano originario de Angola, que se le reconocía por provenir de una familia noble, era quién daba las órdenes que todos obedecían debido a que conservaba el título de Príncipe.
Yanga poseía el don de mando, reunió a sus más destacados y fuertes hombres para motivarlos a que fundaran una colonia en medio de la abrupta serranía del Pico de Orizaba. La organización entre ellos, les dio la oportunidad para roturar la tierra y hacer sembradíos de maíz, frijol, frutas y legumbres. Que complementaban con la caza de animales silvestres. La autoridad era asumida por Yanga quién dictaba los principios y el respeto que debería prevalecer y la responsabilidad militar se le confirió a Francisco de la Matosa, su paisano.
El gobierno dependiente de la Corona Española, recibió con mucha preocupación la insurrección de los negros. Por lo que ordenó al Partido de Huatusco se armara para combatirla. Se organizó una columna integrada por militares, paisanos y autóctonos hábiles flecheros, calcularon un grupo de 600 hombres al mando del Capitán Pedro González de Herrera. Los primeros combates obligaron a los alzados a replegarse hacia la sierra del Metlaquiahuitl, donde opusieron una valerosa resistencia.
La numerosa partida, su experiencia y bien elaborada estrategia de las fuerzas Virreinales, los orillaron a rendirse en los últimos días de febrero del año de 1609. En la mesa de negociaciones lograron que se les otorgara un lugar para establecerse con libertad y de acuerdo a sus costumbres. Todo les fue concedido, al menos esa fue la promesa. Sin embargo, se les siguió dando el mismo trato de esclavos negros, de forma inhumana, asistiéndole la razón para que siguieran las protestas y nuevos levantamientos. Que se reflejaron en más asaltos violentos donde creían obtendrían abundantes ganancias ilícitas. (Enciclopedia Municipal Veracruzana 1998)
