Desde Huatusco
3 minutos de lecturaROBERTO GARCÍA JUSTO.
SOLO UN RESPIRO.
Durante veinte años del presente siglo, pocas veces se había visto la Ciudad de Huatusco tan tranquila y callada. Los únicos sitios donde se juntan más de diez personas, son los almacenes que expenden todo tipo de mercancía indispensables para el hogar y los tradicionales puestos de verduras sobre la avenida uno, son visitados por las amas de casa que tienen la obligación de comprar alimentos para la familia. Todo puede faltar menos la salud y la comida.
El tráfico de vehículos ha disminuido debido a que, los centros educativos están en cuarentena, lo mismo que las actividades deportivas, culturales y donde se reúne más de cien, como lo son las iglesias. Ya se toman medidas cautelares, el ingenio es más grande que las calamidades y de algún modo se restituirá el tejido social. Comenzando por unificar más a las familias y estar en contacto permanente con los que han formado su hogar en otras metrópolis.
Me enorgullece pensar que Huatusco es una comunidad ejemplar, empezando por los jefes de familia que están atentos a la información oficial difundida en la mañana y por la tarde por los medios de comunicación. Opera con normalidad el sistema de internet, las líneas telefónicas ayudan mucho para pedir cualquier servicio. Me atrevo a pensar que algún día no tendremos la necesidad de trasladarnos personalmente a ninguna oficina para realizar trámites o pago. Ya los empresarios pusieron en funcionamiento el servicio electrónico, es cuestión de aprender a manejarlo.
Para una región como la nuestra, las medidas cautelares recomendadas por la Secretaría de Salud, son un poco inaplicables, debido a que en el campo los productores de café, caña de azúcar, flores o chayote, están en un campo completamente sano. El sol, el aire y el agua de los manantiales les otorga inmunidad, pueden adquirir alguna enfermedad, pero la que en la actualidad se está difundiendo, no tienen las mayores posibilidades de éxito.
En lo personal admiro a mis vecinas que limpian cuidadosamente la entrada de su casa, barren el frente y tiran un poco de agua con jabón, con un trapo humedecido limpian las ventanas y barrotes. Esto viene a revivir las viejas costumbres de nuestros padres que antes de tomar su desayuno, agarraban la escoba y recogían los desechos que se esparcían todas partes.
Esta idea es de mi agrado porque de esa manera nos fijamos que los muebles como estufas, refrigeradores, roperos y camas, tienen que ser aseados cuidadosamente.
Esa es la razón por la que debemos estar en casa, es indispensable ocuparnos en hacer una limpieza de nuestro entorno. Además de verse limpio estamos eliminando los bichos que se agrupan cuando no se les combate. Una vez terminada la faena, es reconfortante leer algún libro o sencillamente escribir versos, sobre temas que produzcan entusiasmo a nuestro espíritu y de ser posible a los que nos rodean. Aún queda grabada en mi mente la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer:
Volverán las oscuras golondrinas
En tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán;
pero aquellas que el vuelo refrenaba
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres, esas, esas…¡no volverán¡…