Desde Huatusco
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ROBERTO GARCÍA JUSTO.
ORIZABA 1845.
Por los caminos de las Altas Montañas, es la ruta que nos une con el pueblo mágico de aguas cristalinas que combina sus paisajes con la arquitectura colonial y que Carl Bartholomaeus Heller, captó con su instinto investigador. “Viaje por México en los años 1845-1846” fue editado en 1987 por el Banco de México y traducido al español por Elsa Frost. Por su contenido es una pieza útil para el estudio de la historia de la amplia región, por eso resumimos lo que a continuación leemos:
“Orizaba es una ciudad de tercera clase y está situada en un caldero de montes calizos que cruza el segundo camino hacia la ciudad de México. Pero por pobres que puedan ser estos montes para el botánico, así de ricos son para el paisajista, ya que se agrupan en grandes masas, cuyas espaldas más altas están cubiertas de coníferas, en un paisaje pintoresco. Está a cuatro mil pies sobre el nivel del mar, tiene ocho mil habitantes, seis iglesias, algunas escuelas populares y para su tamaño mucho comercio y vida.
Encontramos en ella, dados los muchos viajeros que acostumbran pasar por allí. Un muy buen alojamiento, donde nos dimos no poco gusto con la comida estilo europeo que se nos ofreció. Entre lo digno de ver se encuentra una fábrica de hilados de algodón, la fábrica de Cocolapan. Este edificio es una de las obras recientes más bellas de México, no solo por su construcción, sino también por sus esplendidas máquinas en el interior.
Fue fundada por Legrand & Co., pero no solo no la terminaron sino que muy pronto la dejaron sin dirección. Más adelante llegó esta fábrica a poder del Conde Juan de Dios Pérez de Gálvez, descendiente de aquella familia inmensamente rica, sobre la cual existen todavía muchas anécdotas y cuya fortuna era de hecho tan grande que hicieron construir en la Habana dos grandes barcos de guerra, de caoba y cedro y los regalaron, completamente equipados, al Rey de España.
Bajo los auspicios de este heredero, quedó terminada y durante mi estancia trabajaba solo a medias a causa de la rotura de una de las dos grandes ruedas hidráulicas. Sin embargo, la otra mitad me ofreció el gran placer de ver el procesamiento del algodón desde su estado más burdo hasta su completa terminación. Esta operación se lleva a cabo mediante máquinas de acero muy elaboradas, hechas en Nueva York, y con una celeridad tan grande que entregan una cantidad enorme de tela blanca de algodón, usada en forma extraordinaria en el País.
En este momento tenían 12,000 malacates y 240 telares trabajando, que producen a la semana 730 piezas de manta de 32 codos cada una. Una vez que la fábrica trabaje a plena capacidad, empleará 1 800 hombres y producirá en promedio 1 200 piezas a la semana, es decir, 154 000 codos mexicanos (a dos y tres cuartos de pie) al mes. Los directores son casi todos ingleses, con excepción del segundo director, Franz Schmidt, quién es un suizo alemán.
Además de esta fábrica, Orizaba tiene una fábrica muy famosa de sillas de montar y aserraderos.” De aquella etapa hasta estos días, han pasado más de ciento cincuenta años, el crecimiento económico de la famosa Pluviosilla ya destacaba por su desarrollo industrial. Y está registrado que las constantes luchas obreras se concentraron en Río Blanco y Cananea, frontera con los EEUU, polos capitalista determinantes para una transición violenta de un sistema feudal tradicionalista, a otro que modificó el modo de producción con la implementación de la alta tecnología.
Otro dato interesante es que en 1865 el Emperador Maximiliano de Habsburgo instaló su oficina en la Hacienda de Palapilla, desde donde se desplazaba por la región de las Altas Montañas.