Desde Huatusco
3 minutos de lecturaROBERTO GARCÍA JUSTO.
UN PROFESORCILLO RURAL.
“Yo que solo canté de la exquisita /// partitura del intimo decoro /// alzo hoy la voz a la mitad del foro /// a la manera del tenor que imita /// la gutural modulación del bajo /// para cortar a la epopeya un gajo.” La voz del profesor era escuchada por el fino oído de los alumnos. Niñas y niños se embelesaban con el arte didáctico que empleaba el educador que los mantenía entretenidos mientras duraba su clase.
Baldomero Ramón Mota, fijó un estilo de enseñanza inimitable, de 1940 hasta 1960, es decir, durante 20 años muchas generaciones agradecen infinitamente el que haya llegado a esta ciudad donde demostró su capacidad intelectual, la que no aceptó someterla a la rutina de un sistema educativo, rebelde por naturaleza que se guiaba por lo que dictara su intuición. A él se debe la siguiente entrevista hecha en las inmediaciones de su centro de trabajo hace ya algunos ayeres.
“Cuando gobernaba el Estado de Veracruz el Licenciado Fernando López Arias, en la subdirección de Educación Rural, estaba un Maestro que en sus discursos se comprometía para transformar las parcelas escolares y convertirlas en un modelo que serviría de ejemplo para los campesinos. Yo cubría mis funciones como siempre de profesorcillo de rancho y estaba comisionado en la Escuela de la colonia Acatepec, hasta donde me fue informado que visitaría mi humilde centro de estudios donde inicié la siembra de un centenar de árboles de aguacate.
Se le recibió como corresponde a toda autoridad y una vez en el campo de los hechos me dijo: — profesor, ¿Por qué no utiliza el sistema de injerto ¿es muy útil. A lo que contesté, –no se injertar, pero, tengo en mente asesorarme con una persona que conozca y hacerlo en temporada de lluvias. Es más, le dije, me apoyaré con las yemas de un árbol patrón debido a que aquí en la comunidad lo hay, de tal naturaleza que los produce del tamaño de un coco. Además, se trata de un fruto tardío que se cosecha en diciembre cuando hay escases y tiene un valor mayor.
Sin que existiera una petición de mi parte, casi me ordenó que: –mande usted a cortar las ramas necesarias para extraerle las yemas y los injertos lo harán dos de mis agrónomos que vienen conmigo. Están descansando dentro del jeep en el que llegamos, espérenos un momento solamente vamos a buscar donde desayunar y luego regresamos. Ilusionado por el apoyo tan importante que se me iba a proporcionar, me olvidé del tiempo y hasta hoy no volvieron los mencionados burócratas-turistas.
Todavía se venía a mi mente toda esta odisea, pero para aliviar los posibles males, al año siguiente se presentaron en la dirección de la Escuela, los que dijeron ser tres ingenieros agrónomos, cuyo objetivo era realizar demostraciones para el cultivo de hortalizas. Por instrucciones del Inspector, invité a los maestros rurales de la región con el fin de que aprovecharan y aprendieran las técnicas novedosas que harían detonar la producción en el campo.
Atentos observamos como sembraban algunas semillas que traían y la respectiva explicación que ellos dieron sistemáticamente. Una vez que cobraron, se fueron los experimentados asesores, me dediqué a regar la parcela todos los días, así pasaron varias semanas y nunca brotaros las prodigiosas plantas. Lo más increíble fue cuando nos comunicamos y estas personas nos dijeron que no había manera de reclamar, ya que los productos lo habían comprado a un agricultor que no existía.
Porque al ir a buscarlo a la dirección puesta en los sobres que contenía el producto, resultó que la empresa era fantasma. De esa manera le hicimos una petición al señor Gobernador para que ya no contrate gente amañada que ocasiona gran desaliento dentro del magisterio y a los campesinos víctimas de la miseria y el engaño.