Desde Huatusco
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ROBERTO GARCÍA JUSTO.
MUJERES HUATUSQUEÑAS.
La sociedad en su conjunto estaría condenada a extinguirse en el preciso momento que no tenga la invaluable colaboración de la mujer. Este ser, dotado de incontables virtudes es considerada como la principal generadora de la vida humana, desde sus inicios se ha convertido en el núcleo familiar en todas las etapas de la humanidad, hasta nuestros días. Para darle contenido a nuestra apreciación, es preciso destacar algunas de esta figura del ex Cantón, que de distintas formas se hicieron notables por su aportación a la comunidad.
Según la narración escrita por la poetisa Enriqueta Sehara de Rueda, a mediados del siglo pasado nos dice que: “La señora Benita de Vega viuda de Márquez Landa es una dama muy ilustre y digna de ser reconocida por su honesta trayectoria. Ella ha dejado la proyección de sus obras generosas que mucho han beneficiado a la sociedad. Los templos parroquiales han recibido a manos llenas su desinteresada cooperación.
La Escuela “Corregidora de Querétaro” que dirige la talentosa Madre religiosa Jovita Lara Estada, fue una donación de esta distinguida dama, sin su contribución no funcionaría con el éxito que la cataloga como una de las mejores en la región. Ya que no escatima en dar apoyos económicos para el mantenimiento del edificio, así como para sufragar becas a que se hacen acreedor los alumnos de escasos recursos.
El Hospital Civil que atiende a una cantidad respetable de pacientes de este y los municipios aledaños, también recibe el beneficio de esta huatusqueña que se dedica constantemente a dar solución a los problemas. Además, su interés se manifestó para la ampliación de la red de agua potable y la introducción de energía eléctrica en calles y avenidas. Agregándole que de sus manos sale el pan que salvan del hambre a los más necesitados.
Dios bendiga a tan generosa dama por todos estos gestos de altruismo que son un ejemplo a seguir porque no hay nada más satisfactorio que dar para perpetuar su nombre. Otra de estas personas que permanecen en el anonimato es Pacona García Batle de quién recibimos una composición llena de inspiración que a la fecha poco se ha publicado, no hay datos bibliográficos de la autora, pero con su relato nos conformamos.
“Hay, muy cerca de nosotros, un pueblito, caminante, que, según viejas leyendas, el que entra ahí no sale. Yo quisiera entra en él y no quiero morir, antes de que el cielo me conceda ese deseo mío ¡tan grande ¡. Quiero ir de casa en casa llamando afuera y, si me abren, entraré para decirles, entraré para contarles que, en esa tierra bendita quisiera que me enterrasen. Después, le hablaría al anciano de penas y enfermedades; le cantaría a la doncella algunos de mis cantares. Como hacían los trovadores en los tiempos coloniales.
Besaría la frente pura de la bondadosa madre y contaría a los chiquillos un cuento que los dejase con la boquita abierta y los ojos muy grandes. Pero antes iría a su templo y, después de santiguarme, pediría por los que han visto la luz, caminante. Llevaría mi arpa, mis versos y buscaría por las calles a aquella gente sencilla a todos los habitantes de aquel rincón adorado, para que nadie quedase sin que les dijera algo, o sin oír mis cantares. Yo sé qué al salir de ahí, porque no podría quedarme, sentiría el alma tranquila, libre de un peso muy grande. Es una deuda sagrada la que debo, caminante, y que quisiera saldarla si Dios lo quiere, cuanto antes.
El viajero conmovido, dijo, después de escucharme, bien muchacha, más ignoro el porqué de que así hables. Naciste ahí y aún suspiras por tus muy queridos lares. –No, le respondí enseguida, yo nací aquí caminante. – ¡Ah ya me explico, agregó, sin temor a equivocarse, -es la tierra de tu amado- – No, es la tierra de mi padre ¡“.
