Desde Huatusco
3 minutos de lecturaROBERTO GARCÍA JUSTO.
EL ÚLTIMO VUELO.
El sueño de nuestros ancestros siempre estuvo enfocado en el arte de volar libremente por los aires hasta que la fuerza se agotara. Imitar a las aves que, con su diminuto cuerpo, cubierto de plumas desafía las leyes de la naturaleza y se impulsa más allá de donde la vista alcanza a distinguir objetos. De esa inquietud nacieron las más variadas ideas y artefactos que dieron los primeros pasos en esta búsqueda. El nacimiento de Leonardo Da Vinci sienta las bases con el diseño y construcción del primer aparato autopropulsado más pesado que el viento.
Los esfuerzos se reflejaron el 17 de diciembre de 1903, cuando los hermanos Orville y Wilbur Wright realizaron el primer vuelo tripulado por el hombre en un aparato construido de madera de abeto y fresno, superando a Ícaro que con alas hechas con plumas y pegadas con cera, se lanzó para huir del laberinto del minotauro, muriendo en el intento. Posteriormente se les consideró como los padres de la aviación. Después de la segunda guerra mundial y los avances tecnológicos, se desarrolla la industria de la aeronáutica para carga y pasajeros por todo el mundo. Solamente limitado por el costo en comparación con el terrestre y marino.
Esta modalidad llegó a esta Ciudad en el año de 1933. Es necesario precisar que no existían carreteras pavimentadas, solo camino de herradura, ya que la de Fortín-Conejos se inauguró en 1950. El proyecto se hizo realidad, debido al interés de acaudalados empresarios que demostraron estar de acuerdo en otorgar apoyo económico, material y moral para que se efectuara la ruta de Xalapa a Orizaba, con escala en Huatusco.
Para el deseado propósito se eligieron los potreros de Apixtla como campo de aterrizaje. Por lo que una vez tirado árboles y matorrales se subsanó la primera etapa. Todo marchaba bien, la empresa Comunicaciones Aéreas de Veracruz, aseguraba que en doce minutos los nueve pasajeros que ocupaban igual número de asientos, estarían haciendo su arribo a Córdoba, a un costo de cuatro pesos. Y a Xalapa por cinco pesos y en 15 minutos de traslado.
Quizá la gente no se acostumbra fácilmente al peligro que representa este género novedoso. Pero a los dos años de circular sin contratiempos, el 28 de junio de 1935, los poblados cercanos a San Diego Tetitlán, reportaban el accidente de una nave que cayó en una laguna. Informando a las autoridades municipales del fallecimiento del capitán y la fractura del brazo del administrador de las oficinas de correos y telégrafos de esta localidad. Los demás viajeros, para su fortuna solo sufrieron un gran susto.
Para continuar con el negocio se compró un Pelgrim, un avión más grande. El 3 de mayo de 1945, nuevamente se reportó el desplome de un aparato por los terrenos de Elotepec. Eran aproximadamente las cinco de la tarde y había caído una tormenta muy fuerte. Dos ciudadanos norteamericanos que se transportaban de Veracruz a la Ciudad de México, perdieron la vida. Con dos experiencias muy lamentables, vino la tercera.
El 26 de julio de 1946 por la ranchería de Amatiopa se estrelló el tercer vehículo, ocho personas respetables y muy conocidas perdieron la vida. Otra vez Elotepec, en 1960 una avioneta procedente de Mérida Yucatán, se desplomó, muriendo los seis pasajeros.
Ahí terminó todo, sin un peritaje profesional ni carpeta de investigación, cerramos un capítulo de veintisiete años de aventura por las grandes alturas, que pagamos con el sacrificio de nuestros hermanos.