
OVIEDO, ESPAÑA.- La Guardia Civil ha detenido en una zona rural de la provincia de Oviedo a un matrimonio por tener encerrados a sus tres hijos, dos gemelos de 8 años y otro menor de 12, en su casa desde el mes de diciembre de 2021.
Según fuentes de la investigación, el hombre y la mujer -de origen alemán de 53 y 48 años respectivamente- no los tenían escolarizados ni tampoco les permitían relacionarse con más personas, al menos durante estos cuatro últimos años.
Los niños estaban encerrados en la casa familiar en unas pésimas condiciones de salubridad, incluso rodeados de excrementos, tal como detallan las mismas fuentes. El hecho de que los menores, aclaran desde la investigación, fueran obligados a dormir en cunas de bebés ilustra la situación que presuntamente les imponían sus progenitores.
Los primeros pasos de las pesquisas destaparon un drama inesperado: la situación «caótica» y de «extrema gravedad» en la que estaban los tres hermanos, custodiados por unos padres que, aseguran, carecían de un entorno de relaciones sociales amplio y «sólido».
Ahora, están bajo la tutela de los Servicios Sociales del Gobierno de Asturias, tal como aseguran fuentes gubernamentales del Principado consultadas.
Los progenitores, desde entonces, se encuentran en el cuartel de la Guardia Civil de Oviedo a la espera de sentarse ante el juez. Por el momento, se les atribuye el absentismo escolar de sus tres hijos y las «pésimas» condiciones en las que estaban los niños.
¿Quién era el papá?
Christian Steffen, un hombre que se presentaba como “cazatalentos” y gestor de recursos humanos “independiente”, impuso un régimen de terror a sus hijos. Estaban encerrados, los obligaban a usar pañales y dormir en cunas y vivían rodeados de basural.
Español, Steffen es un doctor en Filosofía alemán de 53 años nacido en Hamburgo, que se ganaba la vida trabajando como freelance de recursos humanos, con bagaje profesional en una startup de software y en sectores como la industria farmacéutica y las ciencias biológicas.
Su esposa, identificada como Melissa Ann Steffen, de 48 años, es también alemana, aunque nacida en Estados Unidos y con raíces mexicanas.
Una mudanza en medio de la pandemia
La familia llegó a Oviedo desde Alemania en octubre de 2021, en medio de la pandemia de coronavirus.
Según los investigadores, Christian controlaba cada aspecto de la vida de sus hijos, dos gemelos de 8 años y un nene de 12. “Daba la impresión de que todo lo dirigía el padre”, señalaron fuentes de la investigación.
Él era el único que podía salir de la vivienda, para hacer las compras o recibir los encargos. Los chicos tenían horarios estrictos para todo, incluso para ir al baño.
“Los menores tenían un horario para ir al aseo y un número máximo de veces al día porque el resto del tiempo debían llevar pañales”, indicaron los investigadores. Tal restricción les provocó a los gemelos y a su hermano mayor que les detectaran “un estreñimiento severo” y presencia de “heces en los intestinos” cuando los examinaron en el hospital tras el rescate.
Aparentemente, Christian “también era el encargado de cocinar porque en el armario de la cocina había un cartel con un mensaje en inglés que la madre le dirigió al padre: ‘Si tú te frustras con los niños, te frustras como padre. Prohibido gritar’”
Un entorno de control y la obsesión por el COVID-19
La casa, que alguna vez fue hogar del futbolista Markel Susaeta, se convirtió en una prisión. Los chicos vivían en un entorno controlado y obsesionado con la salud. “Había máquinas de ozono para purificar el aire y los niños llevaban mascarillas triples”, detallaron los investigadores.
“Los padres aseguraban que sus hijos no sabían controlar sus esfínteres, pero se ha demostrado que eso es falso en el informe del pediatra”, indicaron. Tampoco sufrían las “graves cardiopatías” a las que aludieron los padres. “Estaban obsesionados con que sus hijos tenían patologías graves y se iban a morir por la pandemia”, deslizaron las fuentes a El Español.
El consumo de agua en la casa era desproporcionado, pero no para tomarla, sino posiblemente para ducharse compulsivamente.“Gastaban tres veces más de lo habitual en una familia convencional, hasta el punto de que la dueña de la casa llegó a pensar que tenía una avería en la red de abastecimiento”, dijeron.